Estos aplausos me gustaron más que otros.
Médico de Familia Rural en la Comunidad de Madrid
Cuando empezó la crisis de la pandemia por el coronavirus se cerró mi consultorio local y me enviaron al centro de salud cabecera, ya al menos 5 compañeros habían caído enfermos o estaban aislados en sus domicilios. La pasada semana, como todos estos días, iba a recorrer los 13 km que dista el centro de salud del núcleo de población dónde trabajo como médico de familia desde hace 26 años (en Madrid también hay medio rural y semirural). Por mucho coronavirus que haya yo tenía que ir a ver al menos a cuatro pacientes que están inmovilizados por diferentes motivos. Me encaminé a mi coche cargado con el fonendo, 4 juegos de EPIs, la mascarilla, la pantalla de plástico, y mientras abría la puerta, oí unos aplausos desde una terraza. Era una pareja, ambos inmigrantes, quienes me aplaudían:
“Gracias señor….cuídese…muchas gracias”.
Me emocioné un poco, les di las gracias, les aplaudí como pude teniendo en cuenta lo cargado que iba y me fui a ver a mis pacientes. Un rato antes en la consulta, una paciente mía, también inmigrante me agradecía por teléfono y con gran emoción la labor que hacemos:
“por favor, cuídense, están en primera línea”.
Aquello me dejó pensando. ¿Es posible que estas personas sean todavía más conscientes de lo que supone tener una asistencia sanitaria pública para todos que no discrimine a nadie? Parece ser que valoran mucho lo que tienen y lo que con mejor o peor fortuna les damos, puede que incluso lo valoren más que otros. Muchas preguntas, y muchas más que nos estamos haciendo. Aprendamos y hagamos aprender a todos la necesidad de una Atención Primaria, cercana, accesible, humana y dotada adecuadamente. Todos los días a las 8 aplaudimos y nos aplauden, pero he de reconocer que estos pequeñísimos aplausos a la una de la tarde me gustaron más que otros.