Mis vivencias con la Medicina
Esperanza Bueno. Paciente de 86 años. Escrito con su ordenador por la propia autora y presentado en la Conferencia de Clausura de las Jornadas de estudiantes de medicina y atención primaria. Universidad de Zaragoza.

Aquí tenéis en vivo, cómo se degenera un cuerpo desde que nace hasta que Dios quiere. Tengo que contar mi vida con respecto a mis dolencias, ya nací con dolor, no el dolor de parto que ese es normal, sino un dolor más duro. El trece de agosto del año treinta y seis en este momento vino la policía para llevarse a mi padre, no era un ladrón ni una mala persona simplemente era, rojo, mientras mi madre paría, saquearon mi casa, encontraron una Biblia y unas novelas de Blasco Ibáñez, estas se las llevaron, junto con mi padre, nunca volvió, yo sentí esa angustia de mi madre a través del cordón umbilical, crecí con unos miedos horrorosos sin saber a qué, ni porqué, mi madre me dijo, tu miedo es mi miedo hija, no crezcas en el rencor, tienes que estar orgullosa de lo que eres, me hice amiga de ese miedo y aún lo sigo sobrellevando. Con la ayuda de un doctor, pasó el tiempo, me casé, tuve hijos, tengo nietos, en ese intermedio han venido las enfermedades, mi conexión con la Seguridad Social, encuentros y desencuentros, enfermedades varias, cuando me quedé en estado de mi hija la columna se me averió, cuando nació el segundo hijo me dijeron no tengas más hijos porque acabarás en una silla de ruedas, me atinaron, tengo los huesos crujientes como el pan recién salido del horno. Reumas varios, más desconozco sus nombres. Me puse gorda y vino la diabetes, me operaron de un lacrimal y pequeñas cosas a las cuales no hay que dar más importancia, tengo que operarme de cataratas (cosas de juventud) los años pasan factura.
Mi doctora de familia es maravillosa, (no tengo la misma opinión con los especialistas) tengo hora de consulta a las doce salgo a las dos, cuando abres la puerta para salir, lees un cartel perdón por el retraso, ocho minutos es poco tiempo para asistir a un paciente, Dios, esa persona te pide perdón a ti por escuchar tus problemas que a veces no van con la enfermedad, aunque tú lo crees así. Una doctora que te dedica horas extras no contributivas y encima te pide perdón. Esa atención me da seguridad, me quita dolores, me hace sentirme bien. Hay personas que entran en la consulta con cara triste y mortecina cuando salen parece que han recibido un chute de salud, tienen otra cara y más alegría.
Mi respeto y agradecimiento al médico de familia, perdón todos no son así. Yo tengo esa suerte. Gracias doctora.
Mi marido no tuvo suerte, le llevamos a urgencias con una perforación intestinal le pusieron un enema y le mandaron a casa, al día siguiente volvimos angustiados, ¿qué nos dijo el médico? Que por el enema no le había pasado eso, que tenemos muchos metros de intestino. Doctor el agua corre demasiado deprisa, no vamos a denunciar son años de angustia para que, para nada, el que se ha ido no va a volver quizás era su hora. El mes que vivió fue muy bien tratado.
Mis experiencias con la Seguridad Social aún no han terminado, espero seguir algún año más dando guerra. Vosotros sois chicas y chicos muy jóvenes supongo que todos tenéis abuelos y les queréis muchísimo. Sabéis, cuando somos padres marcamos barreras, cuando llegamos a abuelos las borramos todas, por eso nos queréis tanto. Cuando seáis médicos y entre un abuelo a vuestra consulta pensad en los vuestros, veréis que chute de vida les dais. Sabéis lo que sentimos cuando vamos a un especialista por ser viejo te ignoran, siempre vas acompañada de tu hija o nieta, ya ves. Usted siéntese en esa silla ahora la atiendo, le preguntan al acompañante tus dolencias, cómo tomas la medicación. Me siento como el invitado de piedra, se me pone una mala leche (por no decir otra cosa) ya sé que soy vieja, más principalmente soy persona.
Mis queridos estudiantes de Medicina, por favor, cuando abráis vuestra consulta, a los viejos tratarnos como viejos sí, como inútiles no.