Una Residente con dificultades: Una historia personal*

Dra Sabrina Cooley-Wilder

A resident with difficulties: A personal story

Resumen: Una residente nos ofrece aquí el testimonio de una residencia con dificultades que le obligó a replanteársela mediante estrategias concretas. La reflexión pone énfasis en los desafíos a los que se enfrentan los residentes con problemas durante su periodo de formación.

Summary: A resident offers us the testimony of a residence with difficulties. The resident was forced to propose specific strategies to overcome the problems found. This reflection emphasizes the challenges that residents facing problems during their training

dificultades
«El profesor progresa en el aprendizaje solamente
al influir en lo que hace el estudiante para aprender.»
(1)

Pocos meses después de mi primer año de residencia en medicina familiar y comunitaria, sabía que las cosas no iban bien, pero seguía sin aceptar esa realidad. Me dije a mí misma: «Si tan sólo se trata de trabajar más duro y tirar para delante, tal vez pueda encontrar la manera de hacerlo.»
Cuando entré en la residencia, traía un montón de rémoras de tipo emocional. Acababa de hacer los 4 años de medicina general en la Marina, incluyendo un traslado de 7 meses. No me había mantenido al día en los aspectos fundamentales de la medicina de familia, por lo que no estaba muy preparada académicamente. Tuve un aborto involuntario el año anterior, y mi marido y yo habíamos pasado los últimos 6 meses intentando tener un nuevo bebé, incluso después de que nos dijeron que él iría a Afganistán por un año. Tal vez imprudentemente, teniendo en cuenta todos los factores de estrés en mi vida, decidí seguir adelante con la residencia porque yo ya tenía 34 años de edad, y para mí entonces ser capaz de terminar la residencia y tener un bebé eran dos hitos que necesitaba conseguir. Ahora analizándolo retrospectivamente me doy cuenta de que no fue mi mejor decisión.

Así que me encontré sentada en mi espacio de consulta compartido, sintiendo náuseas y estresada, y sin saber muy bien lo qué debía hacer. Tenía demasiado orgullo para decirle a cualquiera de mis colegas del centro de salud, del hospital a otros residentes que había tenido problemas. Mi tutor empezó a reunirse conmigo con más regularidad y me daba consejos y me animaba, pero yo no comprendía claramente lo que me quería transmitir y no me percataba de lo lejos que me estaba quedando en comparación con mis compañeros de residencia.

Tuve a mi hijo en la mitad del año, y pensé que esto mejoraría las cosas, pero me levantaba de dos a tres veces cada noche con mi recién nacido y después debía de afrontar una larga jornada de trabajo al día siguiente. Me encontraba más cansada que nunca. El feedback que recibí sobre mi rendimiento entonces decía que estaba desmotivada y que no parecía estar preocupada por nada. Sentí en ese momento que nadie entendía mis circunstancias. Percibí que los médicos tutores y profesores y mis colegas creían que simplemente lo que tenía que hacer era luchar y afrontar las cosas. Muchos de mis compañeros sí parecían abrumados y no sabían cómo ayudarme. Finalmente, el coordinador de la unidad con mi tutor abordaron mi situación y rendimiento en el comité de evaluación. Me dijeron que estaba en un nivel de rendimiento bajo para lo que de mi se esperaba y me dieron una lista de 20 elementos que necesitaba trabajar si quería obtener una evaluación positiva y permanecer en el programa de residencia. También me dijeron que ampliarían mi tiempo de formación de residencia durante al menos 6 meses más para tratar de recuperar.

Esa noche me fui a casa con sentimientos encontrados. Me hacía preguntas del tipo de: «¿Por qué estoy haciendo esto?» «¿Debo sólo centrarme en ser madre?» Una duda me corroía: “quizá si me renuncio ahora, podría intentarlo de nuevo más tarde”. Tal vez podría hacer algo más con mi vida. Por otra parte, yo había consumido gran parte de mi formación médica, ¿cómo iba a renunciar a estas alturas?

Entonces, ¿cómo la carrera profesional de una persona puede cambiar para mejor? En primer lugar, tenía que darme cuenta de lo que tenía que hacer. Mental y emocionalmente, tuve que aceptar la cruda realidad de mi situación. Para mi era difícil admitir que estaba fracasando, especialmente porque estaba trabajando muy duro. Reconocí, sinceramente, que tenía muchos miedos y ansiedades que tenía que superar. En lugar de buscar ayuda me había aislado cada vez más. Me había convertido en una persona triste, me sentía inadaptada y desanimada. En los últimos años había adquirido muchos malos hábitos que ahora se mostraban con toda su fuerza. Incluso tenía desafíos culturales y de otro tipo que habían modelado la forma en la que había aprendido y percibido mi entorno: Tenía demasiado orgullo. Tenía miedo de mostrar cualquier tipo de limitaciones.

Una vez que esto se hizo evidente, me di cuenta de que tenía que ser más proactiva, pedir ayuda, y esforzarme en hacer frente a mis debilidades. También traté de organizarme mejor y encontré fuerza y determinación en mi espiritualidad.
Con estas ideas y fuerzas renovadas fui capaz de planificar y ejecutar algunos planes de aprendizaje más eficaces. Empecé a contactar con una red de profesores en los que yo confiaba porque ellos tenían interés personal en mi, en mi capacidad para aumentar mi confianza y verme triunfar. Les pregunté a estos tutores clínicos sobre la posibilidad de ofrecerme una enseñanza más personalizada, incluida la posibilidad de que yo les acompañase en su labor clínica, dándome feedback en tiempo real e intercambiando herramientas específicas de aprendizaje que se adaptasen a mis necesidades. Solicité hacer rotaciones adicionales en las áreas en las que tenía más deficiencias para así poder enfocar mis energías donde más las necesitaba.

También acompañé a varios médicos de familia con estilos de práctica y formación diferentes dentro y fuera de mi residencia. Estos me ayudaron a imaginar cómo podría poner en práctica mis propias fortalezas únicas.
Lo que funcionó mejor fue una combinación de auto-reflexión y clínicos-tutores comprometidos que reconocían que yo necesitaba un enfoque diferente para progresar en mi aprendizaje.
Ahora que estoy ejerciendo en un servicio de urgencias muy ajetreado, no creo que nadie de los que trabaja conmigo me considera como una ex residente que tuvo problemas durante su residencia.

Pero lo que marcó la diferencia fue: que mi tiempo de residencia se amplió un extra de 12 meses debido a los desafíos específicos a los que tuve que enfrentarme. Aún hoy miro hacia atrás con gratitud. Al mismo tiempo, me pregunto, “¿cómo podía yo misma y mi directores de residencia haber manejado las cosas de manera diferente desde el principio?”
Cada año, hay una nueva hornada de residentes, preparados y ansiosos por aprender. “¿Qué haría usted si se da cuenta de que uno de ellos lo está pasando mal?”.
Referencia:


(1) Ambrose S, Bridges MW, DiPietro M, Lovett MC, Norman MK. How learning works: 7 research-based principles for smart teaching. Jossey-Bass, 2010
(*) Publicación original en inglés: Fam Med, May 2016;48(5). http://www.stfm.org/FamilyMedicine/Vol48Issue5/CooleyWilder391

     

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