La incorporación de los alumnos de medicina a los servicios de salud
Jesus Mª Bazán
Facultad de Medicina.San Miguel de Tucumán, Argentina
“Para responder a las necesidades de la gente, deben ocurrir cambios fundamentales en el sistema de atención de la salud, en la profesión médica y en las escuelas de medicina y otras instituciones educativas” 1, así comenzaba el primer documento sobre el tema de que leí cuando era un residente de Medicina General hace casi 20 años.
Lo que no sabía entonces, era que ese documento señero para mí, había estado precedido por lo que podríamos llamar una “prehistoria” de declaraciones y documentos, y sería seguido por muchos otros que forman parte de un proceso que hizo nuestro continente para despegarse del paradigma flexeriano de principios del siglo XX.
Pero aquellos “cambios fundamentales” no ocurrieron en la mayoría de nuestros países como era de esperarse. Los vaivenes ideológicos y políticos en años muy convulsionados, marcaron avances y retrocesos que significaron un estancamiento en el cambio de paradigma. Y a ello debemos sumarle las “sucesivamente crónicas” crisis económicas y la instauración de modelos ideológico – económicos brutalmente liberales regidos únicamente por la productividad.
Hoy, pasada la primera década del siglo XXI, el cambio aun espera, y debemos iniciarlo desde las Universidades, sin esperar más que los otros actores cambien, antes bien, deberíamos esperar que ellos cambiaran por nuestro impulso.
Pero, ¿de qué hablamos cuando propugnamos un cambio de modelo? Y ¿por qué deberíamos cambiar?
En nuestra región y en numerosas partes del mundo, alcanzar un nivel de salud aceptable tanto para los individuos como para las comunidades, se ve obstaculizado por un desigual acceso a la atención médica y a los servicios preventivos y por sistemas de asistencia sanitaria ineficientes, inaccesibles y costosos.
Para revertir esta realidad, y hacer más accesible, equitativa, de alta calidad y menos costosa la atención medica, los cambios deben abarcar, entre otros, aspectos como: la financiación y la asignación de los recursos, la modalidad de prestación de los servicios y la capacitación y formación de los futuros médicos.
Es allí donde la responsabilidad de las escuelas de medicina es insoslayable, por dos razones fundamentales. En primer lugar, porque la educación médica debe dar respuestas por su compromiso educativo, a las necesidades de la gente a nivel individual, comunitario, nacional y regional y en segundo lugar porque la universidad y las facultades de medicina constituyen un espacio social que es influido, pero a la vez influye sustancialmente en la sociedad, “siendo capaz ella misma, como actor social, de contribuir a su vez a la transformación de la sociedad”.2
La preparación médica en el pregrado, como está planteada en estos tiempos, sigue desarrollándose como hace cincuenta años, al menos. Centrada principalmente en el ámbito hospitalario y dirigida al diagnóstico y tratamiento de la enfermedad de un ser humano fragmentado en aparatos y sistemas, considerado como ser individual y desprovisto de contexto.
Es difícil de entender como en pleno siglo XXI, con un mundo y una vida “global” se pueda tener una concepción tan limitada del hombre. Es el modelo que heredamos, que vivimos, que aprendimos y que no queremos seguir enseñando.
Nuestras escuelas de medicina deben abrirse a la sociedad, deben salir del laboratorio de condiciones controladas que significa el hospital para adentrarse en el territorio azaroso donde vive nuestro pueblo con sus realidades cotidianas.
Debemos exponer al estudiante tempranamente a este baño de realidad. Desde el primer año. Debemos lograr que integre naturalmente en su cerebro y en su corazón que el ciclo de Krebs ó la contracción de la miofibrilla cardíaca no existen en el espacio sino que transcurren en un ser humano que siente y sufre.
Debemos hacer entender al futuro médico que la enfermedad no es igual que la dolencia y que ambas deben ser exploradas expertamente. Que el individuo es el fruto de un largo proceso de influencias culturales, sociales, económicas y familiares que influyen en su postura frente a la salud, a la medicina y a la vida.
Que el todo es más que la suma de las partes.
Ahora, ¿cómo logramos tamaño cambio?
Sin prisa pero sin pausa.
Deberá cambiarse la perspectiva de nuestros propios docentes para que naturalmente constituyan modelos de rol para nuestros alumnos. Docentes convencidos que la Atención Primaria de la Salud, es “hoy más necesaria que nunca”.
Deberemos cambiar la ideología de nuestros colegas profesionales que ven a la APS como la hija pobre, la medicina de baja calidad para pobres.
Y nuestros servicios públicos de salud deberán comprometerse con una política de estado a largo plazo que reciba y jerarquice a los profesionales que decidan incorporarse a la APS.
Y los que estemos convencidos de este cambio deberemos comprometernos a enfrentar estos desafíos y capacitarnos para ellos.
Deberemos hacer que los escenarios para los aprendizajes reúnan las condiciones para la formación de los estudiantes, las cuales no pasan necesariamente por los recursos materiales disponibles, sino por la presencia de equipos de salud motivados y comprometidos.
Deberemos aprender a transmitir estos valores. Aprender estrategias educativas, proveernos de herramientas pedagógicas adecuadas, estudiar, investigar. Transformar a los prestadores de salud en tutores de aprendizaje significativo para los estudiantes.
Y deberemos hacer investigación para demostrar a los otros y sobre todo a nosotros mismos que esta estrategia que elegimos, este desafío que asumimos, significa un mejoramiento de las condiciones y calidad de vida de nuestras comunidades, un acceso más equitativo a los sistemas de salud y una revitalización de los valores humanistas y éticos de nuestros egresados.
Referencias y Citas Bibliográficas
- Hacer que la práctica médica y la educación médica sean más adecuada a las necesidades de la gente: la contribución del médico de familia. De la conferencia conjunta OMS-WONCA realizada en London, Ontario, Canadá. Noviembre 6 – 8, 1994
- Ribeiro, E.C.O. La enseñanza de la medicina como campo de transformación en: Educación Médica en transformación, Tesis de Doctorado presentada en el Instituto de Medicina Social, Universidade do Estado do Rio de Janeiro. 2003. 306p. Capitulo 1, incisos 1.1 y 1.2
- Llamado a la acción de Toronto, Hacia una década de recursos humanos para la salud en las Américas, OPS, Salud Canadá y el Ministerio de Salud de Ontario y Long Term Care. Toronto, Canadá; octubre de 2005. Op cit. En La Formación en Medicina Orientada hacia la Atención Primaria de Salud (Serie la Renovación de la Atención Primaria de Salud en las Américas. No. 2) Washington D.C: OPS, c 2008.