La formación en valores en medicina: Urgente y necesaria

doctutorvaloresDr. Jesús María Bazán
Facultad de Medicina. Universidad Nacional de Tucumán – Argentina

Resumen: El trabajo reivindica la necesidad de que los docentes clínicos se comprometan sobre todo con una enseñanza e valores y no exclusivamente con una enseñanza técnica.

Hace un tiempo, Mario Acuña, un amigo docente de Medicina Familiar, compartió una experiencia personal con un antiguo paciente suyo que fue a visitarlo sólo para contarle su angustia por la forma en que había sido tratado por varios médicos durante una enfermedad aguda.
En la última parte del relato, este señor le dice lo siguiente:

«…Doctor, ustedes le enseñan a los que estudian medicina a tratar bien a la gente…?»
«…mire, yo soy un hombre de 60 años ¿Por qué un niño de 30 cree que tiene derecho a tratarme mal? sin respeto, con malos modales… yo entiendo que pueden estar cansados, pero eso no justifica, yo también estoy cansado y, encima, enfermo, y no maltrato a nadie. ¿Sabe qué? Ninguno (de los médicos que lo atendió) me miró a los ojos, ni me dio la mano, ni me miró como a una persona. A un perro lo hubieran tratado mejor. No te saludan, no tienen paciencia, no te escuchan… y, sabe, esta no fue la única vez. La otra vez, que consultó mi mujer por otro problema pasó algo parecido, mis hijos me cuentan lo mismo… otras veces que yo también he consultado me han tratado mal así. Qué pasa, doctor?»
«… la verdad que me sentí muy mal, y yo, todavía, puedo hablar con usted y contárselo, pero a cuanta gente que no dice nada la seguirán tratando así… es muy raro esto que le pido?»

Situaciones como las que cuenta el paciente de Mario, son tan tristemente cotidianas que ha llegado a convertirse en excepción escuchar a alguien contando una buena experiencia de la relación con sus médicos.
Personalmente, cuando por motivos de salud tengo que ser asistido por un colega desconocido, realizo el “experimento” de no presentarme inicialmente como médico. En la mayoría de los casos la calidad y calidez humana de la atención dejan mucho que desear: falta de saludo inicial, falta de contacto visual, nulo abordaje psicosocial, ni que hablar de empatía, ni simpatía, negociación, exploración de la dolencia, etc.
Estas experiencias en primera persona que voy acumulando, me sirven para ilustrar algunas charlas y capacitaciones que, sobre el Proceso Clínico Centrado en la Persona, tengo oportunidad de dictar a graduados y estudiantes de medicina. Las respuestas al escuchar las historias son distintas:
Entre los graduados, la reacción inicial suele ser de extrañeza e incomodidad, algo así como: “yo nunca hice ni haría eso, ni me consta que nadie lo haga…”. Se pasa luego, sin llegar a reconocer los hechos, a las justificaciones: “es que se atienden muchos pacientes…, no hay tiempo…, con lo poco que pagan…, y…uno se cansa después de 30 años de profesión…”
Por su parte, los estudiantes de medicina, parecen más permeables a la crítica y a la reflexión. Inmediatamente reconocen experiencias similares que les tocó vivir a ellos ó acompañando a familiares enfermos. Pero asumen cierta resignación en sus comentarios: parecen asumir que inexorablemente el ejercicio de la profesión lleva al endurecimiento del médico. Cuando les pregunto qué creen que pasó con los valores éticos, profesionales, humanistas y humanos con los que alguna vez todos ingresamos a la universidad, consideran que: “eso trae de la casa” pero que con el correr de los años, la facultad y los ejemplos de los docentes, las residencias médicas y los años de ejercicio profesional llevan poco a poco a marchitar y debilitar aquellos valores iniciales.
Triste y preocupante. Que las instancias de formación médica socaven los propios principios altruistas que deben guiarla es alarmante.
Y cuando charlamos sobre cómo evitar que ello ocurra… sólo silencio y miradas al piso. Muy pocos piensan que en la Facultad de Medicina se puedan enseñarse valores.

En verdad la enseñanza de valores es un compromiso que como docentes, no podemos seguir eludiendo, pero también hay que reconocer que constituye todo un desafío en su planteamiento, ejecución y evaluación.
Desde la definición de los valores esenciales a transmitir a los futuros médicos el enfoque es diverso. El doctor Carlos Rezzónico se permite distinguir lo que llama dos premisas básicas: la primera es el reconocimiento de la dignidad del hombre y del valor de la vida humana como bien fundamental y la segunda ejercer la Medicina “con espíritu de servicio con lo cual se enaltece la persona del médico y la enriquece con compensaciones superiores”. Mas puntualmente, el programa de Medicina de la Universidad de Cartagena (Colombia) define los que considera valores institucionales de referencia con el fin de orientar los procesos académicos y administrativos que intervienen en la formación del médico. Estos valores son los siguientes: Honestidad, Servicio, Respeto, Responsabilidad, Solidaridad, Trascendencia y Espiritualidad.
No se puede pretender que una vez egresado, el profesional se conduzca de una forma diferente a la que ha vivenciado durante su proceso de formación y por ello, parece haber acuerdo entre los especialistas en educación médica que el principal método pedagógico para la formación de valores es la ejemplaridad de la conducta en todas las áreas de la vida de las personas que rodean a los jóvenes , llámense estos docentes y otros integrantes del equipo de salud.

El desafío de los docentes de “enseñar valores” (ó en realidad vivirlos y transmitirlos) es enorme y el hacerlo es urgente. De la forma en que lo hagamos dependerá que no haya más pacientes que expresen tristemente su queja como hizo el paciente de Mario ó lo que es peor, la sufran en silencio.

     

3 Respuestas

  1. Juan Carlos Arbonies Ortiz dice:

    Gracias por tu artículo Jesús María . Me ha hecho de nuevo volver a reflexionar en este aspecto.
    Creo que si escuchamos a los pacientes aprenderemos de ellos a ser mejores médicos y a ser mejores docentes.
    Es triste que los valores humanos con los que vienen los residentes ,al cabo del tiempo , de sus rotaciones, de su interacción con el sistema sanitario , de vernos como actuamos con los pacientes, los vayan perdiendo.
    Creo que es una parte importante de nuestra responsabilidad como modelos que somos que sigamos manteniendo estos valores en la práctica diaria a pesar de los avatares y dificultades que tengamos . De nosotros en parte depende que los nuevos médicos y enfermeros y profesionales sanitarios sean mejores profesionales y en parte mejores personas.

  2. Lorena Miglionico dice:

    Gracias por compartir el artículo. Y les pido disculpas a mis pacientes si alguna vez no los traté como se merecían

  3. La llamada de auxilio/atención es muy pertinente: hay bibliografía sólida, en el ámbito anglosajón, que se puede recabar bajo la locución «clinical professionalism» e ilustra sobre el concepto tanto en sus aspectos normativos como en el ámbito formativo.

    Nosotros teníamos el viejo término «deontología», derivado del griego «deber». El deber concernía obviamente a la formación técnica, pero adquiría su pleno sentido porque el ejercicio de la medicina sucede entre personas. En un momento dado, no es fácil decir por qué, el enfermo se trocó en caso clínico, el médico se encaramó a una absurda torre de marfil cientificoide, el servicio pasó a entenderse como caterva de soberbios y dejamos de comprender las raíces greco-latinas de nuestra profesión.

    Las consecuencias, como siempre, se perciben cuando todo se desmorona alrededor. Entonces, los gritos de auxilio y las alarmas. Encomiables, claro está, pero tardíos.

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