El arte en la enseñanza clínica
Doctutor
Resumen: las artes en la educación médica, ofrecen muchas sugerencias que pueden mejorar la enseñanza clínica utilizando la literatura, la poesía, la música, las imágenes, el cine, el teatro y el mundo que nos rodea. En la práctica clínica el comprender y relacionarse bien con los pacientes es la autopista que conduce a una mayor eficacia clínica, por eso nos esforzamos en transmitirles a los alumnos la importancia de los aspectos éticos o comunicativos de la práctica médica. De la misma manera, los profesores clínicos más eficaces no son necesariamente los que tienen mayor conocimiento o experiencia, sino los que mejor pueden comprender y relacionarse con sus alumnos. El presente artículo resalta la hipótesis del uso de las artes como herramienta pedagógica para facilitar este tipo de aprendizaje. Tiene su lógica: ambos aspectos están en el hemisferio derecho
The art in clinical teaching
Summary: The arts in medical education offer many suggestions that can improve clinical teaching using literature, poetry, music, images, film, theater and the world around us. In clinical practice, understanding and relating well to patients is the highway that leads to greater clinical effectiveness, which is why we strive to convey to students the importance of the ethical or communicative aspects of medical practice. Likewise, the most effective clinical teachers are not necessarily those with the most knowledge or experience, but rather those who can best understand and relate to their students. This article highlights the hypothesis of the use of the arts as a pedagogical tool to facilitate this type of learning. It has its logic: both aspects are in the right hemisphere
Al igual que sucede con la práctica clínica, se suele decir que la enseñanza es tanto arte como ciencia. Gilbert Highet, un reconocido clasicista y académico de mediados del siglo XX , fue más allá al escribir:
«Me parece muy peligroso aplicar los objetivos y métodos de la ciencia a los seres humanos como individuos… La enseñanza implica emociones, que no se pueden evaluar y emplear sistemáticamente, y valores humanos, que están completamente fuera del alcance de la ciencia»(1).
En el mismo libro, describió una larga lista de «grandes maestros y sus alumnos», entre ellos Sócrates, Jesús y el intelectual y reformador educativo estadounidense John Dewey. Otros han argumentado que la enseñanza es un arte porque, en el mejor de los casos, es una actuación estética que es creativa y original, que depende de la situación y se basa en la expresión personal y el juicio de individuos dotados (2). Esta concepción de la enseñanza es muy atractiva y, sin duda, resonará con las mejores experiencias de muchos profesores clínicos, pero creo que pocos afirmarían que toda su enseñanza (si es que alguna) alcanza ese nivel. Así como no todos podemos dibujar como Miguel Ángel, escribir como Shakespeare o cantar como Fredy Mercury, desafortunadamente no todos podemos ser el gran maestro que ese profesor clásico, Highet , hubiera añadido a su lista. Cuando reflexionamos sobre lo que hace grandes a los grandes artistas, normalmente parece ser una combinación de talento natural junto con gran habilidad técnica y experiencia, resultado de una amplia práctica deliberada (3). Crear una interpretación estética original también requiere mucho tiempo, energía y preparación. Por lo tanto, parece improbable que incluso un gran artista o maestro pueda mantener un estándar tan alto todo el tiempo. Y, sin embargo, parece que vale la pena esforzarse por alcanzar el ideal, ya que hay algo realmente inspirador en ver una gran obra de arte o una interpretación estética, y hay algo realmente liberador en poder expresarse creativamente. También creo que hay algo realmente valioso en enseñar de manera receptiva a las necesidades de los alumnos, dependiendo de la situación y las oportunidades de aprendizaje de las que disponemos.
En este número de Doctutor, presentamos dos colaboraciones que son dos buenos ejemplos de actividades docentes que tienen como eje la enseñanza de la medicina utilizando el arte. Por una parte K Bramsted en El uso de las artes visuales como ayuda para el diagnóstico de patologías médicas, nos describe un programa formativo ambicioso en Humanidades Médicas en una universidad australiana que tiene como eje la creación artística y que supone la implicación de los estudiantes en diferentes actividades artísticas creativas que parece tiene un importante impacto en el desarrollo de sus capacidades reflexivas y para afinar sus dotes de observación clínica. Por otra parte, en la Facultad de Medicina de la Universidad Francisco de Vitoria una profesora de anatomía (Mª Jose G Piedras) y otra de comunicación y bellas artes (Lidón Ramos), ¡Qué arte tiene tu anatomía! Versión 2.0, trabajan con estudiantes de ambos grados para promover el aprendizaje en anatomía desarrollando la creatividad artística mediante una actividad que incluye aspectos artísticos de tipo visual (plástico) y narrativo (relato), que coincide de una forma muy cercana con una de las actividades que Bramsted describe en el Programa de Humanidades, como “una tarea obligatoria de creación artística con medios mixtos y un ensayo reflexivo”.
Cada vez son más las iniciativas docente eclécticas que se abren a ámbitos distintos a los habitualmente utilizados y que podrían clasificarse com “artísticos”. Murphy describe talleres de capacitación diseñados para sacar a los educadores clínicos de su zona de confort y recordarles cómo se siente ser estudiante (4). Hawkins et al. describen un esquema en el que los estudiantes de medicina del último año son asesorados por médicos en formación, con beneficios tanto académicos como pastorales para los estudiantes (5).
Estos interesantes ejemplos pueden ayudarnos a reflexionar sobre por qué a veces los profesores clínicos más eficaces no son necesariamente los que tienen mayor conocimiento o experiencia, sino los que mejor pueden comprender y relacionarse con sus alumnos. Barrett y Scott también destacan que la falta de comprensión entre docentes y alumnos, o entre docentes y teóricos de la educación o gestores académicos, puede conducir a un desajuste en las expectativas, frustración, menor compromiso y, en última instancia, menores resultados educativos (6). Por lo tanto, parece esencial que los buenos profesores clínicos puedan relacionarse con los demás, pero esto no es algo que sucede automáticamente y, de hecho, puede requerir un esfuerzo y habilidad considerables para lograrlo.
Los médicos en formación también deben aprender a relacionarse con los pacientes. Necesitan escuchar y comprender, ser empáticos y conscientes de sus propias respuestas emocionales y debilidades potenciales. Estas cosas pueden ser mucho más difíciles de aprender que la información objetiva o procedimientos prácticos, pero los profesores clínicos también son responsables de ayudar a sus estudiantes y alumnos a lograrlo. La pregunta sería: ¿cómo? Hay muchas propuestas sobre cómo las artes en la educación médica ofrece muchas sugerencias pueden mejorar la enseñanza clínica utilizando la literatura, la poesía, la música, las imágenes, el cine, el teatro y el mundo que nos rodea (7). Para aquellos interesados en utilizar dichos recursos pero que no están seguros de por dónde empezar, pueden explorar estas ya abundantes informaciones o los múltiples ejemplos y sugerencias que cada vez más revistas de educación médica, entre ellas Doctutor, ofrecen, así como planes genéricos para enseñar utilizando recursos artísticos.
Para esto, generalmente se propone que el profesor aclare lo que está tratando de lograr, identifique un recurso apropiado, diseñe un ejercicio para ayudar a los alumnos a experimentar las ideas o sentimientos deseados, elija un entorno y un enfoque que promueva la participación, facilite las respuestas de los participantes al recurso y el diálogo. que puede tener una carga emocional y ayude a los participantes a aplicar lo que han aprendido a su propio desarrollo personal y profesional. El artículo de MacLean también ofrece un resumen útil sobre el uso de las artes en la educación médica y profesional de la salud, y una extensa lista de artículos y recursos para ayudar a los profesores a comenzar (8). Igualmente, en una revisión realizada para Doctutor, titulada “Metodología docente: Talleres de arte y medicina” se ofrecían algunas experiencias y estudios para orientar a docentes clínicos sobre el valor de este tipo de actividades docentes así como sobre la manera de llevarlas a cabo en sesiones o en talleres específicos (9).
Además de utilizar el arte como recurso para la enseñanza, algunos profesores clínicos van más allá y lo utilizan como actividad de aprendizaje, desde juegos de rol sencillos y escritura reflexiva hasta fotografía, poesía y pintura. Potash y Chen describen talleres, facilitados por un terapeuta de arte y un médico de familia, que animan a los estudiantes de medicina a crear arte y trabajos escritos basados en sus experiencias de presenciar el dolor y el sufrimiento de los pacientes (10). Parte del arte resultante se muestra luego en una exposición, a la que otros estudiantes responden creando su propio arte. El ejercicio parece haber ayudado a ambos grupos de estudiantes a desarrollar una mayor autoconciencia y empatía, y es probable que haya tenido un impacto más amplio en sus profesores y colegas. La experiencia que iniciaron en la UFV Mª José García de Miguel y Lidón Fabra, suponía una iniciativa docente entre los grados de Medicina y Bellas Artes de esa universidad, que tenía ingredientes de aprendizaje interdisciplinar, experiencial y colaborativo y dónde se buscaba asentar conceptos anatómicos utilizando como herramienta la representación artística. Sus resultados no solo consiguieron estos objetivos sino otros que tenían que ver con las relaciones entre estudiantes y profesores pertenecientes a distintos grados, suponiendo el inicio de una colaboración que en este número presenta nuevos resultados (11). Muchas facultades de medicina ya piden a los estudiantes que creen carteles para presentar su trabajo de proyecto, e incluso las más científicas de ellas a menudo permiten la expresión artística. Rowlinson, destaca cómo los carteles y las exposiciones sucintos y llamativos pueden ser educativos y bien recibidos por todo un equipo clínico (12).
Hemos considerado el arte de la enseñanza clínica, los recursos artísticos para la enseñanza y el aprendizaje y el arte como actividad de aprendizaje. Ahora me gustaría volver a la sugerencia de mejorar la enseñanza clínica utilizando el mundo que nos rodea. En este sentido, los ejemplos que ofrecen son excursiones a lugares de belleza e instalaciones artísticas, y un ejercicio para diseñar un mejor entorno de trabajo clínico, pero también viajes a sitios de elevada carga históricos o espiritual, como es el caso de los viajes que la Facultad de Medicina de la UFV realiza cada curso visitando lugares significativos del exterminio Nazi en Alemania, o El Camino de Santiago o Tierra Santa. Estas parecen experiencias excelentes, y aunque es probable que la mayoría de los profesores clínicos comenten que tienen poco tiempo y en muchos casos poco apoyo institucional para hacer gran parte de esto, merece la pena que prueben y valoren los resultados de este tipo de experiencias. Afortunadamente, lo que sí pueden hacer los profesores clínicos es alentar a sus alumnos, a través del ejemplo y la sugerencia, a observar y responder al mundo que los rodea dondequiera que se encuentren. Existen interesantes informes de médicos que enseñan en los pases de sala, centros ambulatorios, atención primaria o sala de partos, por nombrar solo algunos. Cada una de estas situaciones clínicas cotidianas está repleta de oportunidades para ayudar a los alumnos a reflexionar sobre la impresionante belleza, diversidad y naturaleza del mundo que nos rodea. La naturaleza de la salud y la enfermedad, la resiliencia del espíritu humano, la devoción de un padre o cuidador, el impacto de un diagnóstico, los efectos del estrés en el cuerpo y la mente y la emoción que rodea la llegada de un nuevo bebé. Cada uno de estos aspectos ha sido objeto de expresión artística durante siglos y puede destacarse de manera oportunista ante un estudiante o aprendiz en un momento. Como nos recuerda Van Gogh:
«No es tanto el lenguaje de los pintores como el lenguaje de la naturaleza al que uno debe prestar atención… es más productivo y más inspirador». (13)
Referencias
1 . Highet G. The art of teaching(p.vii). London: Methuen & Co Ltd;1951 .
2 . Squires G. Teaching as a profes-sional discipline. London: FalmerPress; 1999 .
3 . Ericsson KA, Krampe RT, Tesch-Römer C. The role of deliberatepractice in the acquisition ofexpert performance. Psychol Rev1993 ; 100 : 363 – 406 .
4 . Murphy S. Remember how itfeels to be a student? Clin Teach2014 ; 11 : 336 – 339 .
5 . Hawkins A, Jones K, Stanton A.A mentorship programme forfinal year students. Clin Teach2014 ; 11 : 345 – 349 .
6. Barrett J, Scott K. Pedagogicaland professional compromisesby medical teachers in hospi-tals. Clin Teach 2014;11:340–344.
7 . Powley E, Higson R. The arts inmedical education: a practicalguide. 2nd edn. London: RadcliffePublishing; 2013 .
8. Brett-MacLean P. Use of the arts in medical and health professional education. University of Alberta Health Sciences Journal 2007;4:26–29.
9. https://www.doctutor.es/2015/09/09/metodologia-docente-talleres-de-arte-y-medicina/
10 . Potash J, Chen J. Art- mediated peer- to- peer learning of empathy.Clin Teach 2014 ; 11 : 327 – 331 .
11. https://www.doctutor.es/2023/07/04/arte-y-anatomia-en-educacion-medica-renovando-votos-de-un-matrimonio-bien-avenido/
12 . Rowlinson J. The one minute wonder network. Clin Teach 2014 ;11: 332 – 335 .
13 . Van Gogh V. Letter to his brother,Theo . In, The complete letters ofVincent Van Gogh. Letter 218, TheHague, 1882 . Available at http://www.vggallery.com/letters/245_V-T_218.pdf . Accessed on 17 June2014.