Aprendiendo a llevar grupos: aportaciones desde el liderazgo de grupos Balint
Jose R Loayssa. Doctutor
Resumen: El papel del conductor del grupo Balint ha sido objeto de atención e incluso polémica. Las consideraciones sobre esta figura están íntimamente relacionadas con el lugar y el papel del docente, especialmente aquel que desarrolla su labor en relación con la formación humana y psicosocial del médico. Por estas razones cualquier docente clínico puede servirse del mismo para ejercer algunos de sus roles docentes en determinados contextos.
El líder del grupo no debe tanto realizar un examen de los participantes, sino invitar a reflexionar sobre si mismos a aquellos demasiado inclinados a inquirir en el comportamiento y manifestaciones de otros.
Los grupos Balint pueden formar parte de la supervisión pero no deben incluir ni consejo del experto ni enseñanza didáctica. Se trata de promover una actitud y un estilo, y para esto el conocimiento de hechos juega un papel muy secundario. El líder demuestra en el grupo las actitudes que se intentan promover pero no ofrece enseñanza directa. En un grupo Balint se vió que la intervenciones del monitor eran principalmente de tipo interpretativo o de tipo recomendación conductual o práctico en dependencia de los objetivos y motivaciones del que presentaba el caso.
M Balint cuando hablaba de la tarea del líder del grupo señalaba : “Quizás el factor más importante es el comportamiento del líder del grupo… dejando a cada participante hablar como cuando lo cree oportuno, observando las pista significativa, esto es hablando solamente cuando los demás lo esperan y manifestándose en un modo que en vez de indicar una alternativa correcta abra posibilidades para que los médicos puedan descubrir por si mismos el modo apropiado de abordar los problemas del paciente. El líder puede demostrar en el “aquí y ahora” que es lo que desea enseñar”… “si el conductor permite que todos sean ellos mismos y hablar a su modo y en el momento que lo deseen; si el mismo puede esperar al momento oportuno, i.e. solo hablando cuando se espera realmente que lo haga y si hace su aportación de una forma que en vez de prescribir la conducta correcta, proporciona a los médicos la oportunidad de descubrir el modo apropiado de tratar ellos mismo los problemas de los pacientes entonces el conductor puede ilustrar en el aquí y ahora lo que él desearía enseñar”.
El grupo aprende identificándose con el líder, que debe detectar las señales difusas que indican reacciones del que presenta el caso o del resto del grupo. Cuando esto sucede debe proceder a investigar lar reacción detectada de forma más detenida. El líder debe modelar con los participantes dimensiones deseadas en la relación con los pacientes ya que esta intervención de modelaje puede ser tan eficaz como la interpretación y el señalamiento. Pero también es importante atender y señalar las respuestas automáticas del médico y, en ocasiones, ofrecer perspectivas que desafíen la visión del paciente que el que presenta ofrece, éstas asimismo son tareas del conductor.
Proteger a los miembros del ataque de otros y estimular la cohesión del grupo es otra dimensión de la función del conductor del grupo, que debe favorecer la cohesión grupal al mismo tiempo que debe neutralizar derivaciones del grupo de la tarea. Por ejemplo, debe combatir la tentación defensiva permanente de no centrarse en el encuentro y en los sentimientos de los protagonistas para comentar temas generales u otras dimensiones del caso como el manejo clínico del cuadro del paciente. Hay que evitar las discusiones técnicas y clínicas y las generalizaciones de temas teóricos aunque sean relacionales. El foco es la historia en la consulta y los sentimientos de los protagonistas, no es un curso en técnicas de consulta. También el conductor debe mantener al grupo sobre el foco, ayudándole a permanecer centrado en la relación entre el médico y el paciente sin entrar demasiado en el mundo intrapsíquico del médico, ni trasladar el foco a la vida diaria del paciente.
Se ha señalado que una de las cualidades esenciales del líder del grupo Balint es la capacidad de insight. El conductor del grupo necesita entender las motivaciones del médico y el paciente que no son aparentes. También necesita entender los procesos inconscientes en el grupo y por supuesto sus propias necesidades y reacciones. El conductor del grupo debe ser capaz de identificar y utilizar su contratransferencia ante los procesos grupales. Por ejemplo, entender la frustración que determinadas maniobras de evitación del grupo le producen y evitar actuar desde ellas en vez de examinar las razones de las emociones que ha sentido. M Balint daba mucha importancia a que el conductor se integrase en el grupo como uno más, sin embargo en teoría su función es actuar como un experto en los procesos inconscientes y su tarea es percibir las transferencias, interpretarlas y reaccionar controlando su contratransferencia.
Para garantizar el cumplimiento de las tareas se requiere que la persona que conduzca el grupo sea reflexiva y capaz de pensar simbólicamente y no solamente de forma concreta. Debe ser consciente de que cualquier solución preconcebida es probable que no sea una solución, sino que sea contraproducente aunque esté fundamentada en una sólida base teórica o en una amplia experiencia.
Si hablamos de las cualidades y virtudes del tutor es necesario referirse también al coraje que se necesita para mantenerse en su rol, sin caer en la tentación de recurrir al poder de experto y pasar a convertirse en un “enseñante”. Coraje para mantener sus perspectivas incluso cuando el grupo no las acepta e incluso cuando hace gala de su resistencia y incluso de su hostilidad. Pero también se necesita valor para aceptar otras perspectivas del grupo que pueden tener tanta validez como la propia, y no recurrir a aplastarlas con el peso del mayor conocimiento o experiencia. El valor de aceptar nuevas ideas y líneas de exploración desafiantes y también de seguir las propias intuiciones. Enid Balint hablaba del coraje de la “propia estupidez” que permite que el grupo sea creativo.
Otra cualidad esencial del conductor junto al valor es el respeto que debe sentir por cada uno de sus participantes, su experiencia y sus conocimientos. El respeto es un antídoto contra el dogmatismo y el autoritarismo. Este respeto hacia los otros requiere una actitud de respeto por si mismo y es una antesala para el respecto por los pacientes, que es un requisito esencial para una disposición apropiada de ayuda cuando enfrentan la enfermedad y el sufrimiento. El grupo puede impregnarse de esta actitud de respeto del conductor en su modo de relacionarse en el grupo y en la consulta con el paciente.
Se ha discutido si el conductor del grupo Balint debe ser un psicoanalista o si médicos generales puedan desarrollar este papel después de un determinado entrenamiento. Formación teórica, experiencia previa como participante en el grupo y la supervisión mediante la co-terapia son requisitos a valorar cuando se trata médicos generales que por otra parte aportan la ventaja de su mayor conocimiento de las problemática que se plantea en atención primaria. En muchos casos, en los grupos Balint en particular y en los grupos de reflexión en general, se opta por una conducción compartida por un médico de familia experimentado en el trabajo dentro de este tipo de grupos y un psicoanalista con formación en grupos. De ésta manera se pretende conjugar las ventajas de las aportaciones de cada profesional, además de las posibilidades que da la co-terapia.