El reto del Mes: El que un médico haya sido paciente ¿nos hace mejores clínicos y docentes?
Se dice que los médicos son los peores pacientes, sin embargo ¿haber sido paciente nos convierte en mejores médicos? ¿Cree usted que los médicos que han padecido alguna vez algún tipo de enfermedad adquieren una sensibilidad y conocimiento especial sobre lo que significa ser paciente que no les deja indiferentes? A partir de una determinada edad, podemos decir que casi todos hemos sido alguna vez pacientes y en este sentido hemos aprendido algo. Esta experiencia puede ser tan simple pero tan importante como “darse cuenta de lo que significa el dolor de un cólico nefrítico” o “saber apreciar el trastorno de sentir nauseas” o “reconocer la importancia de la necesidad espiritual que tienen muchos pacientes”. ¿Se convierte esto en una capacidad nueva para entender mejor el sufrimiento de los pacientes, para enseñar a estudiantes y residentes de una forma más profunda y con más perspectiva crítica? O por el contrario cree usted que nos embrutece. Si usted en algún momento de su vida ha sido paciente, no importa la gravedad de la enfermedad que haya podido padecer, le pedimos que conteste a estas preguntas:
¿Cree que le ha hecho realmente un poco mejor médico?
¿Hay algún aspecto concreto que haya aprendido usted de esa experiencia ínfluenciando o cambiando en algo su práctica?
¿A partir de esa experiencia hay algo que usted haya incorporado a su enseñanza clínica?
En mi experiencia como paciente y/o familiar acompañante, he podido observar cómo se puede llegar a anular la propia identidad. Es desconcertante sentir que te pueden hacer pasar a formar parte de «los otros», a los que hay que atender, pero sin derecho a participar.
Creo que esa vivencia me ha hecho «humanizarme», y profundizar en la formación en el campo de la atención centrada en el paciente
En la facultad nos enseñan a ser clínicos, a reconocer enfermedades a partir de signos y síntomas, pero en ningún momento nos enseñan a apreciar el dolor y el sufrimiento que les ocasiona la enfermedad. Puede ser que olvidemos que eso es lo más importante para nuestros pacientes y en muchas ocasiones necesitamos un «tirón de orejas» porque no vemos más allá de lo que dignosticamos. Por capricho del destino, tuve la mala suerte de estar en el otro lado, como paciente. En ese momento comprendí a los pacientes, a sus familiares, de aquello que como médico es una rutina o incluso no ves, es ta importante para el que lo sufre. Vi más allá de lo que normalmete vemos, y además lo sentí. Pues sí, a partir de ese momento lo veo todo diferente, veo pacientes con sus problemas, sus miedos y preocupaciones y no enfermedades.Intento aclarar sus temores, los de ellos y de sus familiares. No es que sea mejor médico, pero si me siento mejor persona, algo que olvidamos. Cualquiera podría estar en su situación, al igual qe lo estuve yo, y es algo que siempre tendré presente.
yo creo que algo sí, nos hace más humanos y empatizamos mejor con el sufrimiento del paciente, pero tampoco tengo claro que sea mejor docente por haber sido paciente,… es que ser docente requiere motivación. Para ser buen docente me parece más importante el que realmente te guste serlo que el haber sido o no paciente. También es verdad que el residente si ve que eres más humano con los pacientes quizás aprenda a serlo pero eso está más en el caracter de cada uno y eso abre otro debate ¿debe uno cambiar su forma de ser para ser mejor médico?… mi impresión es que sí, y de eso forma parte importante el haber estado al otro lado y haber roto las barreras médico-paciente
La película «El doctor» (Randa Haines, 1991), con William Hurt como protagonista, analiza esta cuestión. Un cirujano cardiovascular «tope-de-gama» debe operarse de un cáncer de laringe. El tipo sale adelante, pero absolutamente cambiado en su faceta clínica. Sin duda en la vida real ocurre algo parecido: el médico enfermo, si no es rematadamente tonto, adquiere una visión distinta que lo facultrá en lo sucesivo para entender/atender mejor a sus pacientes. Será por tanto un clínico no sé si mejor, pero desde luego más entrenado. En la faceta docente pasará lo mismo: el tipo podrá enseñar con unos horizontes más amplios (digo «podrá», otra cosa es que, en efecto, lo haga). A fin de cuentas, la enfermedad es otro de esos avatares que nos van sucediendo, indefectiblemente, a lo largo de lo que llamamos «vida». Y al vivir vamos aprendiendo, y eso vale para los legos, claro, pero también para los médicos. No en vano estamos hechos de una sustancia parecida, con gran presencia del agua y una pequeña fracción de gin-tonic. (Algún pervertido la reemplaza por cuba-libre, pero eso es otro asunto.)
Buen docente o docente bueno? Esa es la disyuntiva. Vivenciar siempre te hara mas empatico. Condicion necesaria y basica para ser mejor.
La empatía precisa de la experiencia. Por eso los médicos y médicas mejoran con los años si incorporan a la práctica clínica las experiencias personales del enfermar y envejecer.
En mi experiencia como acompañante de paciente he visto de cerca lo bien y lo mal que hacenos bnuestro trabajo en algunas ocasiones y si, tengo que decir que me ha ayudado a mejorar tanto en mi actividad en relacion con los pacientes como en mi actividad como tutor de residentes pues he intentado comunicar dichas experiencias a los mismos.
pienso que el haber sufrido cierta patologia, te hace mas sensible ante los pacientes que vienen con los mismos sintomas, que tu has tenido..y les prestas mas atencion..al menos a mi me ha pasado!!
De momento no he pasado por el papel de paciente, pero sí de acompañante y cada vez que sucede hago una crítica de la consulta y una autocrítica de mi actitud como médico y docente. He podido ver cómo en consultas en que existe un alumno o un residente el paciente pasa a un segundo plano, al residente se le habla del paciente como si estuviera ausente y no se le dan al paciente,las explicaciones adaptadas de lo que se está hablando.
También analizo las espectativas que lleváavmos antes de la consulta y lo que hemos obtenido.
Sin lugar a dudas que estar al otro lado nos mejora mucho
Observar y participar de la relación médico-paciente desde la silla del paciente es muy didàctico.Experimentas todas las actuaciones que no deberian ser y de las que no eres consciente desde el otro lado de la mesa y sobretodo aprendes a tratar con respeto, y sin juzgar, el miedo y el sufrimiento asociado al hecho de enfermar.Te hace mejor médico y mejor persona.